8:19 - Lunes, 7 Agosto 2023
Bendita tecnología

Líbreme el Cielo de verter aquí la menor opinión, sesgo, postura, inclinación o actitud sobre la AI, sus mentores, partidarios y haters, de los entusiastas a los tibios, de Oriente a Occidente, pedaleando allá o acá por entre los meridianos.

No. No quiero pensar en lo concerniente a la mal llamada “inteligencia artificial”, que no es inteligente, porque no padece ni se exalta, ni artificial, porque es una obra pergeñada por humanos con gafas. Bien, admitamos que algun@ hay sin ellas, pero predominan las gafas en ese grupo humano destinado a la ceguera, como Borges o Bach lo fueron también, por otras razones.

De humanos quería hablar, no de inteligencias que no lo son. Y de Aktios, que ha salido a mi paso con coraza de extranjero… ¡y corazón de manatí!

Nunca se me pasó por las mientes que vería, y tan de cerca, que conocería también, que conversaría incluso con personajes tan singulares como estoy conociendo estos días de mi incorporación a Aktios Factory. Luego os cuento qué es Aktios, y qué contenido añade el apellido Factory.

Eso, si es que consigo recoger la mandíbula. Y no porque sea bobo completo y tenga que sostenerme la mandíbula con la mano izquierda. No: es sólo porque estoy asombrado, y el asombro es intrínseca y exclusivamente humano. ¿Acaso no es así? Pensadlo un poco y veréis que hay pocos lagartos de Ceilán pasmados ante nada.

Incluso buenas estatuas, en el abundante repertorio del Arte escultórico, que de puro bien paridas diríase que encarnan algún sentimiento, en el fondo no se asombran, no temen, no se alegran y no esperan dando saltitos a que el baño se quede libre. Se jactan de ello, a través de la mano del artista, pero desde la Pietà al mismo Pinocchio que alguien arrebató a Lorenzini, son todos piadosas trolas de mármol, guirlache o madera de haya.

Puede extenderse esto a lo pictórico, con sus trazos inspirados y sus mentiras a todo color, pero también a la comedia, al circo, a la ópera o la tragedia griega, cuyos protagonistas se desgañitan frente al abismo de alguna cosa peligrosa, erótica, triste, triunfal o simplemente épica, pero en el fondo las actrices y actores que prestan encarnadura a la genial simulación, lo que están pensando es si su cuenta de Netflix estará esta noche libre de intrusos, o si el tiramisú lleva de verdad anís, grand marnier o vodka.

Si lo vemos con los ojos adecuados, vete a saber cuáles son esos ojos, todo esto no es muy distinto del inmenso andamiaje que compone la tramoya de la AI.

Fotografía de portada: "Into the jaws of death", atrib. Robert F. Sargent / Foto oficial cortesía de U.S. Coast Guard

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